Escritor y coleccionista de libros sobre Borges, Pablo Martínez Burkett visita Textos Cautivos desde hace más de 10 años. Su último libro, El banquete de Tántalo, ha sido publicado por la editorial Muerde Muertos.
Escritor y coleccionista de libros sobre Borges, nos visita desde hace más de 10 años.
¿Cómo conociste la librería?
Hace más de 10 años. Como soy coleccionista de libros sobre Borges, Omar vino a mi oficina a traerme alguna joyita que ya no recuerdo y nos quedamos charlando como si nos hubiéramos criado juntos. Desde entonces hemos forjado esas amistades que, para seguir con Borges, “no necesitan de la frecuencia” para ser sólidas e imperecederas.
¿Cuál es el último libro que te llevaste y por qué?
Le están preguntando a un fetichista del libro. No lo sé. Igual mis elecciones siempre van para el mismo lado: rarities de literatura argentina, crítica literaria, Cervantes, terror, ciencia ficción, esoterismo, artes oscuras. Monótono pero consistente. Algún día tengo miedo de que venga la producción de uno de esos programas de acumuladores patológicos a pedirme una entrevista. Mi hija, cuando era chiquita, dijo que no teníamos una casa sino una biblioteca con una casa pegada. Y como ya no queda anaquel vacante, florecen los tirabuzones de libros construyendo columnas de precaria estabilidad. Una muy caótica dicha.
Ahora estoy leyendo Las posesiones diabólicas, de Roland Villeneuve (Editorial Abril, 1978). Escribo terror, no me pidan que lea novelas románticas…
¿Por qué elegís Textos Cautivos?
Ray Bradbury comenzó su carrera de escritor después de haber visitado un carnaval ambulante, una feria de fenómenos donde conoció al Señor Eléctrico. Ese mundo de maravillas mirado con asombro infantil le cambió la vida. Si vale la analogía, Textos Cautivos es eso: un parque de diversiones. Voy por un libro y me llevo 10. Y si fuera por mí, contrato un taxi-flet y me cargo todos los estantes. Pero, además, hay un plus, un intangible: la charla. Podemos empezar hablando del autor, o del libro, o de las peripecias para conseguirlo y terminamos hablando de media literatura, o tres cuartos, o un pedacito minúsculo, de “las maravillas de la vida, del amor y del placer”. Y cuando te volvés con tus libros en la bolsita, no sabés si estás más contento por las nuevas posesiones o por la riqueza interior que te dejó la charla. Yo no voy a comprar libros a Textos Cautivos, voy a atesorar felicidad.