Le pregunta Sara Castro-Klaren a Julio Cortázar:
«-Tal vez sería interesante empezar por hablar de tus hábitos de lector. ¿Cómo llega un libro a tus manos […]?
-Mis primeros libros me los regaló mi madre. Fui un lector muy precoz y, en realidad, aprendí a leer por mi cuenta, con gran sorpresa de mi familia […]. Muy pronto me dediqué directamente a sacar los libros que encontraba en las bibliotecas de la casa […] mis primeros recuerdos de libros son una mezcla de novelas de caballería, los ensayos de Montaigne, por ejemplo, que creo que lo leí a los doce años, fascinado. No sé hasta qué punto podía comprenderlos.
Pero recuerdo que los leí íntegramente en dos enormes tomos encuadernados y en su traducción española. Y eso se mezclaba con novelas policiales, las aventuras de Tarzán, Maurice Leblanc, y luego la gran sacudida de Edgar Allan Poe. Pero me estoy saliendo de tu pregunta: ¿cómo llega un libro a mis manos? Sigue llegando de muchas maneras. Están los que consigo por mi cuenta cuando paso por una librería y me gusta un libro sin haberlo hojeado demasiado. Hay una especie de contacto simpático en el sentido mágico de la palabra; hay algo que me dice que tengo que comprarlo. No siempre acierto, pero muchas veces sí. Y luego en estos momentos, por razones obvias, medio mundo me manda libros […]»
Sara Castro-Klaren, «Julio Cortázar Lector – Conversación con Julio Cortázar»
Cuadernos Hispanoamericanos, ns. 364-366, octubre-diciembre, 1980, Madrid (esta entrevista fue realizada en el verano de 1976, en Saignon, Francia